miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sierra Nevada de Santa Marta, una despensa de naturaleza, agua y aire puro que muere lentamente

Esta imagen evidencia los efectos del calentamiento global en la Sierra Nevada de Santa Marta. Fotografía tomada de http://www.aluna.com.co 


Por: José David Pacheco Martínez

Durante los últimos 40 años la Sierra Nevada de Santa Marta, esa cadena montañosa más grande ubicada cerca al mar y de la cual nos ufanamos de tener en Colombia, ha sido sometida a todo tipo de abusos en materia ecológica, que llevaron casi al extremo de su extinción  una gran parte de su flora y fauna y  hasta cierto punto, pusieron en riesgo la integridad de las comunidades que habitan sus estribaciones y la parte alta.

En el año 1979 fue declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera, del Hombre y de la Humanidad y en 1977 la Resolución Ejecutiva No. 164 del 6 de Junio, ordenó la creación del Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, con una extensión cercana a las 400.000 hectáreas, que empiezan a contar desde los 600 metros de altura y  se le suman 300.000 más de los resguardos indígenas, lo que ha permitido mantener en buen estado de conservación lo que en ella se encuentra.

El macizo montañoso es de gran importancia tanto a nivel ambiental como a nivel económico. Sus grandes  aportes de agua a la Ciénaga Grande de Santa Marta, son en gran medida reguladores de la salinidad del afluente. Paula Cristina Sierra Correa, coordinadora del Programa de Investigación para la Gestión Marina y Costera del Invemar, destaca que este hecho es “de vital importancia para la productividad hidrobiológica, crecimiento y mantenimiento del manglar que en ella se encuentra”, uno de los sumideros de carbono y productores de oxigeno más importantes hoy día en el país.

De igual forma, se convierte en un moderador climático dentro de  su área de influencia y actúa notablemente como una barrera natural que repele los fuertes vientos alisios del nordeste, que chocan constantemente con sus estribaciones, hecho que los hace perder velocidad y mantiene a  la bahía de  Santa Marta resguardada de los huracanes y tormentas tropicales, tan frecuentes en  la zona del Gran Caribe.

Desde los años 70s hasta nuestros días, los cultivos ilícitos y en especial la marihuana han estado siempre presentes en el sector. El escritor colombiano Fernando Vallejo, conocido ampliamente por sus críticas mordaces, la describió así a su tiempo en una de sus novelas: “la Sierra Nevada es un inmenso sembradío de Marihuana que se levanta en punta hacia las nieves eternas y el cielo azul”.
John Jairo Restrepo Salazar, director del parque, es enfático en afirmar que dentro del área protegida, no hay presencia de cultivos ilícitos. De igual manera, reconoce que el sistema tiene muchas falencias y aún queda mucho camino por recorrer, para lograr un estado de conservación óptimo. “Hacemos mucho con lo poco que tenemos, tanto en personal, infraestructura y presupuesto”, advierte.

A pesar de las buenas noticias dentro del área protegida, las cosas por las 1.400.000 hectáreas restantes, no son tan alentadoras. El director de antinarcóticos, Mayor General Luis Alberto Pérez Alvarán, sostiene que a pesar de los programas de erradicación manual, implementados por el Gobierno, “sigue habiendo cultivos ilícitos, en su gran mayoría marihuana”.

Y si a esto se le suma los informes del Ministerio del Medio Ambiente, en donde se da cuenta de una drástica disminución de la zona boscosa, parte de la Reserva Forestal, que según el documento, entre  1996 y 2003 alcanzó cerca de las 2.900 hectáreas año, la situación es sin lugar a dudas preocupante.

El documento también da cuenta del estado actual de la misma, que alcanza unas 283.144 ha, un equivalente al 52% del área protegida y conformada en  un 75% por bosques andinos sin intervención, los cuales se encuentran a una altura superior a los 1000 metros sobre el nivel del mar y son la apuesta a futuro en Parques Nacionales Naturales como abastecedor de agua,  para los cerca de 1.500.000 personas de los departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar, que se benefician de los 30 ríos que nacen en la Sierra, esto, teniendo en cuenta la tendencia a desaparecer de los nevados.

Joaquín Viloria de la  Hoz, director del Banco del República con sede en la capital del Magdalena, en su estudio Sierra Nevada de Santa Marta: economía de sus recursos naturales, afirma que: “de las 2.115.873 hectáreas que conforman la Sierra Nevada, sólo el 15% se  considera como bosque no alterado o escasamente intervenido, mientras que en  el 85% restante se ubican las actividades humanas y económicas que han  originado un deterioro de sus ecosistemas”

A renglón seguido aclara que no se debe “confundir zonas  de vida poco alteradas con el concepto de “bosque primario”: el primero hace  referencia a una vegetación que no presenta señales de intervención reciente, y el segundo a una flora que nunca ha tenido alteración antrópica”.

A los problemas de intervención humana; el uso indebido de los suelos; la grave situación de orden público, que ha generado el abandono masivo de tierras; el fácil acceso por vía fluvial y marítima que aumenta la tala de árboles y la ganadería extensiva, se le suman dos factores altamente peligrosos y de los cuales no hay aún estudios masivos que den cuenta de su impacto real: los más de 20 años de fumigación con Glifosato y la creciente fiebre de explotación de oro, que denunciara hace cerca de dos años El Heraldo y de la cual hay cierto temor de hablar en las entidades encargadas de velar por la conservación del lugar.

Coorpamag en su más reciente informe Ecosistema Fisiográfico de la Sierra Nevada de Santa Marta, sintetiza así la problemática actual del sistema montañoso: la tala indiscriminada para la colonización, agravada por el posterior uso del área de la Sierra para el establecimiento de cultivos ilícitos, ha generado una serie de problemas ambientales asociados que se evidencian en la pérdida de más del 80% de la cobertura vegetal boscosa de la Sierra y con ello la erosión y sedimentación de las cuencas hidrográficas.

Un acercamiento al impacto del Glifosato en los ecosistemas de la Sierra Nevada

La primera denuncia sobre contaminación con  glifosato en la Sierra Nevada, fue hecha en 1986 por Cesar Barbosa, Biólogo Msc. Sistemática-Botánica; Guillermo Rodríguez, Ingeniero Industrial y Arqueologo y  Alfonso Avellaneda, Químico, en donde se advertía que este producto,  era “un agente químico nocivo, no recomendable para ser aplicable por vía aérea, su peligrosidad es aún mayor si se tiene en cuenta la forma e intensidad de la aplicación durante casi todo el año”, además, señalaban la falta de estudios al respecto del daño ocasionado por las aspersiones aéreas del mismo.

Hoy en el 2013, un cuarto de siglo después de aquellas denuncias, los análisis sobre la afectación real y la degradación a la que fue sometida la flora y la fauna durante el tiempo que duraron las fumigaciones, siguen siendo escasos y una tarea riesgosa para quienes tienen la intención de realizarlos, debido a la constante presión que ejercen los grupos ilegales, que han convertido la zona en su fortín y rutas de exportación de drogas.

Los pocos estudios que se tienen, dan cuenta de la notable afectación que en ese tiempo tuvieron los cultivos de pan coger como la yuca, el plátano y la arracacha, que son la fuente primaria de alimentación de estas poblaciones, que no tienen otra forma de subsistir y que debido a la presión y la oportunidad que vieron, volcaron sus ojos hacia una nueva fuente de ingresos: la coca, con fines de exportación y alejada de los conceptos espirituales y cosmológicos que tiene para las comunidades indígenas de la Sierra Nevada.

La politóloga Ana Catalina Rodríguez Moreno, después de un análisis a los discursos que giraban en torno a este problema y las divergencias que había entre Estado y tribus indígenas, sostiene que los segundos “vieron afectados sus principales ríos, con la destrucción de toda forma de vida acuática”.

Las afirmaciones de Rodríguez Moreno van más allá y sostienen que “la contaminación de las fuentes hídricas que surten los acueductos de las comunidades, provocó lesiones cutáneas, intoxicación y malformaciones genéticas a los habitantes de las poblaciones quienes consumieron estas aguas por ignorancia sobre los efectos del Glifosato”

Félix Ramón Torres Villafañe, gestor social de la Organización Gonawindua Tayrona, manifestó en su momento que debido al glifosato “las enfermedades se intensificaron también, sobre todo en los niños indígenas, quienes empezaron a padecer de problemas respiratorios, e irritaciones en la piel. Así mismo, se presentaron malformaciones congénitas, como fue el caso de niños que nacieron con labio leporino, lo cual nunca antes había sucedido dentro de las comunidades indígenas de la Sierra”

Un gran potencial hídrico mal utilizado

La Sierra Nevada de Santa Marta, cuenta con tres grandes vertientes hidrográficas o macrocuencas, que conforman un gran  sistema de 30 ríos y, como se mencionó anteriormente, abastecen a mas de 1.500.000 personas de los departamentos de La Guajira, Magdalena y Cesar.

Los ríos que nacen en la sierra son los siguientes: Córdoba, Toribio, Gaira, Manzanares, Piedras, Mendihuaca, Guachaca, Buritaca, Don Diego, Palomino, San Salvador, Ancho, Cañas, Maluisa, Jerez, Tapias, Camarones, Ranchería, Frío, Sevilla, Tucurinca, Aracataca,  Fundación, Badillo, Guatapurí, Azúcarbuena o Cesarito, Los Clavos, Diluvio y Ariguaní.

Los principales problemas a los que se tienen que enfrentar estos afluentes, están referidos a  las actividades agrícolas,  pecuarias y domésticas. Joaquín Viloria afirma que “las aguas servidas de las viviendas y los desechos del  beneficio del café y palma africana son descargadas por lo general sin tratar a las  corrientes de agua, ocasionando contaminación y mala calidad del recurso hídrico”

Así mismo explica que para la producción de café, banano y palma africana, los cultivas que ocupan gran parte de la Sierra y que con los programas de erradicación manual de cultivos ilícitos, se han aumentado, y “se requieren grandes  cantidades de agua para su beneficio, y en la zona baja no siempre se cuenta con la cantidad necesaria para realizar eficientemente esta actividad”

Los problemas de mala utilización de los ríos, no es solo de la Sierra Nevada de Santa Marta, es un mal que afecta a todo el país y que no es un reciente, hace 20 años, para hacerle frente a este tema problemática a nivel nacional, el gobierno de César Gaviria emitió el Artículo  111 de la Ley 99 de 1993, el cual  estipula:  “Declarase de interés público las áreas de importancia estratégica para la conservación de los recursos hídricos que surten de agua los acueductos municipales y distritales. Los departamentos y municipios dedicarán durante quince años un porcentaje no inferior al 1% de sus ingresos, de tal forma que antes de concluido tal período, hayan adquirido dichas zonas”

El Director del Banco de la República, es enfático en afirmar que “desde la expedición de la Ley, y lo cierto es que ninguno  de los 17 municipios con jurisdicción sobre la Sierra Nevada ha invertido el 1% en  la conservación de sus cuencas hidrográficas que les provee el agua, tal como lo  contempla la legislación”
En la actualidad las poblaciones se benefician de los 10.000 millones de litros cúbicos que al año se producen en la Sierra Nevada, enfrentan una crisis en el abastecimiento del líquido. En el caso de Santa Marta, hay sectores donde la distribución es intermitente hace más de dos meses, situación que ha generado disturbios y protestas de manera frecuente.

Según el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, se hace necesaria una consultoría que permita encontrar soluciones a esta problemática y que establezca cual es la mejor opción para las poblaciones que se están viendo afectadas con la disminución en las reservas de agua. “Para el caso de la Sierra, tenemos que someter a Consulta Previa cualquier intento por acceder a los ríos dentro del área protegida y de resguardo”, aclaró Luis Felipe Henao, titular de la cartera.

Por su parte John  Restrepo comenta que la producción anual de los nevados y las zonas de páramo que se encuentran dentro del área protegida son suficientes para abastecer a todas las poblaciones, independiente de las largas temporadas de veranos que azotan a la región.

“El agua que sale del área protegida es abundante y de buena calidad, ante la falta y escases se tendrían que revisar los desvíos que se hacen en las haciendas que las utilizan para el riego de sus cultivos y el mantenimiento del ganado”, dijo Restrepo, quien además aseguró que a Parques Nacionales se le hace imposible velar porque los ríos no sean desviados ni tampoco cuenta con los recursos necesarios para hacer estudios de contaminación a causa de las fumigaciones y la creciente ola de minería ilegal que se viene presentando en algunos lugares de la Sierra.

El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt afirma que el sistema de Parques Nacionales Naturales presenta un déficit financiero anual cercano a los 151.000 millones de pesos y que además para ejercer un mejor control sobre los parques y áreas protegidas se necesitaría un personal cercano a los 1.214, casi el doble de los 584 con los que hoy cuenta.

En 40 años no habrá nevados en la Sierra

El cambio climático y la creciente utilización de gases de efecto invernadero en el país, ha sido en gran medida un factor importante para el descongelamiento de los glaciares. En  la Sierra Nevada este proceso se presenta de forma acelerada según Ideam, al año los picos altos del macizo pierden anualmente 232.611 m2  de hielo.

“Lamentablemente no tenemos una forma de conservar los nevados, no podemos hacer nada para evitar que la nieve se derrita, aunque suene trágico, es real, los nieves perpetuas de la Sierra Nevada están condenadas a la muerte”, afirmó con cierto halo de resignación en sus palabras John Jairo Restrepo.

Las palabras de Restrepo, encuentran mayor peso cuando se hace una revisión al documento Los glaciares colombianos, expresión del cambio climático global, emitido por el Ideam, en el que se evidencia  una disminución drástica  de nieve en la zona y además, precisa que en este último tiempo los picos: Parra Lleras, Menders, Ruiz Wilches, Ojeda, Tulio Ospina, Codazzi, Nevado Ramírez, Tayrona y Guardián, hoy día, están totalmente descongelados.

Jorge Luis Ceballos Ingeniero geógrafo, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, es enfático en afirmar que de seguir la tendencia de diminución del área glaciar de 3 a 5% anual, “se considera que en tres a cuatro décadas estén extintos los glaciares en Colombia, cifras que son comparables para algunos glaciares de países vecinos”

Si bien es cierto, la situación con relación a las nieves perpetuas que han hecho famosa a la Sierra,  es desconsolador, el Director del parque piensa en una salida para garantizar a futuro el abastecimiento del agua, agrandar el área protegida, de esta manera se garantizará la recuperación y conservación de la flora típica del páramo.


“Si la empresa privada entendiera que aquí en la Sierra Nevada hay una reserva forestal, una gran extensión de flora que sirve como sumidero de carbono y empezara a contribuir y compensar por la contaminación, Parques Naturales pudiera aumentar sus recursos económicos y de personal,  para  pensar seriamente en declarar la totalidad del macizo área protegida”, concluyó John Restrepo.


Vista de la Sierra Nevada desde el espacio. Fotografía tomada de Wikipedia.
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2 comentarios:

  1. Es un articulo muy interesante sobre la destrucción de la fabrica de agua mas importante del norte de Colombia. Y a la par que destruyen los bosques y contaminan las aguas superficiales, acaban con las aguas subterráneas pues, esta es la fuente natural que recarga los acuíferos. No quiero ni pensar en el país que reciban mis nietos.

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  2. ¿Cómo se mira esto en 2015, llorando el agua derramada del cántaro o emprendiendo acciones definitivas y coodinadas?

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